Domótica a la orden de la ecología

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Isabella Marinelli C. / redaccion4@construarte.com.ve

La domótica se refiere a la incorporación de elementos tecnológicos en el hogar. Específicamente, se encarga de controlar y supervisar las piezas que componen una edificación. El objetivo es proporcionar comodidad, seguridad y un uso eficiente de la energía. Hoy en día, cada vez son más las casas inteligentes que se valen de este tipo de sistemas para automatizar sus instalaciones.

Para ser verdaderamente funcional, la domótica aporta beneficios ecológicos. El objetivo en muchos casos es la conservación energética. De acuerdo al Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), se puede llegar a ahorrar cerca del 50% del consumo eléctrico de casa. Todo esto debido a un óptimo aprovechamiento de los recursos naturales. Además, la domótica puede implementarse en todos los ámbitos del hogar. Es decir, abarca desde los controladores de calefacción hasta los sistemas que se encargan de gestionar el agua, la iluminación o incluso el gas.

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Domótica ecoamigable

Debido al componente smart, la domótica es capaz de captar las variaciones en la temperatura y ajustarse a esas consecuencias. De modo que en verano, cuando el ambiente se vuelve más caluroso, se bajan automáticamente las persianas, toldos y cortinas. De esta manera, el aire acondicionado no se verá forzado a esforzarse demasiado para cubrir la demanda. Lo mismo ocurre en invierno, cuando el sol está en su punto máximo, se abren ventanas y toldos, para que el espacio se caliente.

Gracias a estos mecanismos, en verano se reduce la temperatura interior hasta 7ºC. Esto se debe a que el paso del calor se disminuye hasta en un 95 por ciento. En invierno, por otro lado, tiene lugar un incremento de hasta 2ºC en interiores. Estos logros fueron conseguidos por Velux, empresa que se especializa en el control térmico. Por incidencia de estas mejoras, se reduce la necesidad de regular por vía del aire acondicionado o calefacción la temperatura del hogar, produciendo un ahorro energético incuestionable.

Pero no todo es temperatura. Como los sistemas inteligentes tienen sensores de movimiento, cuando una persona sale de una estancia, la luz se apaga automáticamente. Por consiguiente, se evitan gastos de energía innecesarios. Asimismo, controla la potencia de las luces dependiendo de las necesidades del espacio, lo que produce un aumento en la vida útil de los bombillos.

Fuente: Muy interesante